El agotamiento laboral y la depresión son dos fenómenos que se manifiestan y han venido adquiriendo mayor relevancia y visibilidad en estos años de pandemia y en la actualidad post-pandemia.
La depresión es una enfermedad que afecta la personalidad del sujeto, provocando un estado de ánimo deprimido y/o anhedonia, es decir, la pérdida casi completa de interés o placer en actividades, incluso en aquellas que más se disfrutaban. Esta afectación del estado de ánimo persiste en el tiempo.
Por otra parte, el agotamiento laboral o “burnout” se caracteriza por sensaciones de agotamiento mental, desapego con el trabajo, rendimiento descendido, desgano, ausencia de sensación de logros, falta de concentración. Todo lo cual impacta en la autoestima del sujeto.
Si bien ambos son diferentes en su genesis (su origen, causas que los generan), comparten sintomatología y características. Concentración, memoria, conductas basales como el sueño, conductas alimenticias, cuidado personal, se ven generalmente afectadas en ambas situaciones.
El factor diferenciador más fácil de apreciar es que en general el agotamiento laboral tiende a ir remitiendo a medida que la persona se puede alejar de la fuente generadora de estrés, es decir, de su contexto laboral. Esto, por supuesto, no siempre es posible. Las situaciones de vida no son lineales, intervienen un gran número de factores que podrán o no facilitar esa separación.
En caso de que el sujeto no pueda tomar distancia del contexto laboral, ocasionando que el burnout se sostenga durante un largo período de tiempo, puede comenzar a teñir otros aspectos de la vida de la persona. Es decir, va lamentablemente afectando otros terrenos como lo son las relaciones interpersonales, la vida afectiva, los proyectos.
Desde la perspectiva de recursos humanos es importante poder abordar estas temáticas de manera proactiva y efectiva. Las conductas de protección y prevención son las que promueven hábitos saludables en el entorno laboral.
Es de gran importancia poder detectar a tiempo estas conductas, pudiendo apelar a los tipos de abordaje que implican la consulta oportuna a un profesional de salud mental (psicólogo, psiquiatra, o ambas intervenciones) ya que no son excluyentes, sino todo lo contrario, en muchos casos, complementarias.
Alguna de las formas en que podemos prevenir y detectar a tiempo estos fenómenos desde la gestión de capital humano son:
- Proporcionar acceso a asesoramiento y recursos de bienestar mental.
- Es importante crear un ambiente de trabajo que sea positivo y que apoye la salud mental de los colaboradores.
- Generar instancias que incluyan programas de bienestar en el trabajo, actividades para reducir el estrés, políticas y prácticas empresariales que fomenten un equilibrio saludable entre el trabajo y la vida personal.
- Fomentar una cultura abierta y de apoyo: es importante crear una cultura en la que los empleados se sientan cómodos compartiendo sus preocupaciones.
- Proporcionar formación y recursos a los supervisores para ayudarles a reconocer los signos de la depresión y burnout de manera que puedan apoyar a los colaboradores que la experimentan.
- Proporcionar medidas de adaptación en el trabajo. Esto puede incluir: cambios en el horario, reducción de tareas, trabajo desde casa, entre otros.